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¿Estás cuidando tu piel… o dañándola sin saberlo?

Por la Dra. Erika Santos

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Artículo: Sabemos que amas cuidar tu piel, pero, ¿te has preguntado si esos trucos caseros realmente funcionan?

Sabemos que amas cuidar tu piel, pero, ¿te has preguntado si esos trucos caseros realmente funcionan?

La era de la desinformación cosmética

Hoy más que nunca, estamos rodeados de consejos sobre cuidado de la piel. Basta con abrir una red social para encontrarse con contenido que promete resultados milagrosos usando ingredientes caseros. Y aunque entendemos que cuidar tu piel es importante para ti, no todo lo que ves en redes está respaldado por la ciencia.

Lo que a veces se presenta como un truco “natural” e inofensivo puede tener efectos dañinos, sobre todo cuando se trata de un órgano tan sensible y complejo como la piel. Aquí te contamos por qué estos experimentos caseros no son tan buena idea como parecen.

El caso del limón: fototoxicidad y riesgo de hiperpigmentación

Uno de los ingredientes más comúnmente promovidos en redes sociales es el limón. Se recomienda por su “efecto aclarante” o “purificante”, pero su uso tópico puede ser altamente perjudicial. El limón contiene furocumarinas, una clase de compuestos químicos que reaccionan con la radiación ultravioleta del sol (un fenómeno llamado fitofotodermatitis).

¿Qué implica esto?
Cuando aplicas limón en la piel y luego te expones a la luz solar (incluso en interiores con luz natural), puede producirse una reacción inflamatoria que se manifiesta en forma de enrojecimiento, ardor, ampollas y, con frecuencia, manchas hiperpigmentadas que pueden tardar meses en desaparecer.

Estudios dermatológicos han documentado múltiples casos de quemaduras químicas leves a severas asociadas al uso tópico de frutas cítricas, especialmente el limón.

Panela y exfoliantes caseros: una falsa sensación de limpieza

Otro de los “ingredientes estrella” que circulan en videos virales es la panela, recomendada como exfoliante natural. La lógica parece sencilla: los gránulos “remueven” impurezas y células muertas. Pero la realidad dermatológica es diferente:

  • En primer lugar, la exfoliación física con partículas irregulares (como granos de azúcar o sal gruesa) puede causar microlesiones en la piel, especialmente si se aplica con fuerza. Esto genera inflamación y altera la barrera cutánea.

  • En segundo lugar, al no estar diseñada para uso dermatológico, la panela no tiene propiedades antimicrobianas, se oxida fácilmente y puede convertirse en un medio de cultivo bacteriano, sobre todo cuando se almacena o mezcla con agua.

  • Y, además, los residuos pueden obstruir los poros, generando comedones y aumentando el riesgo de imperfecciones en pieles grasas o mixtas.

La evidencia actual no respalda el uso de azúcar en productos dermatológicos de uso tópico sin una formulación especializada que controle el tamaño de las partículas y la integridad microbiológica del producto.

¿Por qué estos “remedios” persisten?

Muchos de estos tips caseros se popularizan porque muestran efectos inmediatos: una piel aparentemente más suave o un brillo temporal. Pero esto no equivale a salud cutánea. En dermatología, los efectos positivos deben ser sostenibles, seguros y consistentes, tres características que estos remedios no cumplen.

Además, la falsa idea de que “natural” es sinónimo de “seguro” sigue muy presente. La realidad es que muchos ingredientes naturales pueden ser irritantes, alergénicos o inestables químicamente.

Lo que realmente necesita tu piel: evidencia, no experimentos

Tu piel es un órgano que cumple funciones vitales. No necesita “trucos”, necesita cuidado basado en ciencia. Para que un ingrediente realmente beneficie tu piel, debe cumplir con ciertas características fundamentales:

  • Ser probado dermatológicamente para asegurar que es seguro y eficaz.

  • Contar con la concentración adecuada de activos para obtener resultados reales sin dañar tu piel.

  • Ser químicamente estable, garantizando que el producto mantenga su efectividad durante todo su uso.

  • Ser compatible con el pH y las necesidades fisiológicas de tu piel para evitar alteraciones o irritación.

La evidencia científica siempre debe estar por encima de las tendencias. Por eso, si estás considerando incorporar nuevos productos o mascarillas a tu rutina, lo más recomendable es:

  1. Consultar con un dermatólogo para recibir asesoría personalizada.

  2. Elegir productos desarrollados por profesionales, diseñados específicamente para tu tipo de piel y con respaldo en estudios clínicos.

Tu piel no es un experimento

Aplicar ingredientes sin saber cómo va a reaccionar tu piel no solo es ineficaz, también puede ser peligroso. Tratarla como un “campo de pruebas” siguiendo consejos virales es ignorar lo delicada y única que es tu piel. La salud de tu piel depende de tratamientos adecuados, no de experimentos sin base científica. Si realmente quieres cuidarla, hazlo con ciencia, no con tendencias.

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